Entendemos por adaptación el tiempo y los procesos fisiológicos necesarios para que un animal pase de vivir en unas condiciones determinadas a otras significativamente diferentes sin sufrir ningún daño importante. Está claro que cuanto mayor sea esta diferencia más largo y complejo será este proceso de adaptación.
Los aficionados a los acuarios y los profesionales del sector nos enfrentamos a estas situaciones cada vez que adquirimos peces o invertebrados y queremos introducirlos en un nuevo acuario. Aunque está claro que las situaciones que los animales viven son muy diferentes en ambos casos vamos a ver con detalle todo lo relacionado con el transporte de peces e invertebrados marinos desde su origen hasta los comercios y luego utilizaremos y adaptaremos estos datos a la aclimatación de los peces que viajan del comercio al acuario de un aficionado.
Para el transporte de los peces e invertebrados, tanto marinos como de agua dulce, se reduce enormemente el volumen de agua en el que estos se encuentran. En el caso de las importaciones desde los lugares de origen, que en nuestro caso como europeos están muy lejos, esto es así porque hay limitaciones de espacio en los aviones y además hay que ajustar los costes del transporte para que no hagan inviable un comercio tan sostenible y que tantas satisfacciones nos aporta. A primera vista podría parecer que esto puede comprometer la salud de los animales al confinarlos durante varias horas en un volumen de agua tan pequeño que podría sufrir grandes variaciones. Afortunadamente, como vamos a ver a continuación, algunas de las alteraciones que se van a producir salvaguardan la vida de los animales, aunque estas nos obligan a realizar un proceso de aclimatación ò recuperación a la llegada, cuando los animales han de pasar de la bolsa del transporte a su nuevo entorno.
Al salir de las instalaciones del exportador el agua salada utilizada para él transporte tiene un pH de aproximadamente 8,3 y las bolsas se rellenan con oxígeno medicinal con una concentración de este gas de al menos un 93 %. Cuando los animales llegan a su destino tras un viaje que puede durar entre 24 y 48 horas, se han producido varios cambios:
- El pH del agua ha bajado mucho, llegando a valores incluso inferiores a 6,5 y esto se debe a que la respiración de los animales produce CO2 que es un gas que al disolverse en el agua se convierte en ácido carbónico que es el que provoca esta acidificación.
- Por otro lado, los procesos metabólicos de los animales no se detienen y por lo tanto la excreción de amoniaco continua, incluso aunque los peces hayan sido sometidos a varias horas de ayuno antes de su envío lo que es una práctica habitual en todos los exportadores profesionales. En función de las horas que dure en viaje, del peso del animal y del volumen de agua de la bolsa, él nivel de amoniaco podría alcanzar niveles letales lo que económicamente sería un desastre y en términos éticos sería aún peor ¡!
- El nivel de oxígeno baja drásticamente lo que, a su vez, provoca una disminución de la presión parcial de este gas por lo que disminuye también progresivamente la capacidad que tiene este gas de difundir dentro del agua de la bolsa. Además, el CO2 que es un gas más pesado que el oxígeno y cuya concentración ha ido subiendo, se acumula entre la superficie del agua y el oxígeno por lo que se dificulta aún más la oxigenación del agua de transporte.
- El CO2 que los peces excretan pasa de su sangre al agua del transporte y de esta a la cámara de aire de la bolsa, pero a medida que el nivel de este gas aumenta en ambos medios al pez le resulta cada vez más difícil excretarlo por lo que empieza a acumularse en su sangre produciendo, entre otros efectos, una acidosis sanguínea y una cierta narcosis que es la razón por la que algunos peces, a la llegada, parecen como “drogados”.
- Afortunadamente la química del agua llega en rescate de los animales gracias al hecho de que la toxicidad del amoniaco disminuye a medida que el pH va bajando y se hace “0” cuando éste baja de 7 ya que en ese momento más del 99% del amoniaco se convierte en amonio que como veremos más adelante no es tóxico.
Además, también se produce una bajada de la temperatura del agua lo que también es de gran ayuda al:
- Disminuir el metabolismo de los animales y por lo tanto la excreción de CO2 y de amoniaco.
- Disminuir el consumo de oxígeno y
- Disminuir la toxicidad del amoniaco
Todo este cúmulo de procesos nos obliga a actuar de una forma determinada cuando los animales llegan a su destino y llega el momento de abrir las bolsas en las que se han transportado los animales.
Tenemos que tomar consciencia de que cuando se abren las bolsas, el CO2 acumulado en la cámara de aire sale a la atmósfera, permitiendo así que el CO2 que estaba disuelto en el agua también salga de esta. Esto produce una repentina subida del pH que pasa de ser ligeramente acido a ser fuertemente alcalino por lo que una buena parte del ion amonio (NH4+) que no es tóxico se convierta de nuevo en amoniaco (NH3) que es letal para el pez.
Para evitar esto se aclimatan los peces marinos de una manera especial.
Nota: un poco más adelante veremos con un poco de profundidad la importancia de tener en cuenta el amoniaco y el pH.
ADAPTACION DE LOS PECES MARINOS.
Para recapitular hay que recordar que los peces marinos que recibimos en una importación desde sus zonas de origen llegan en un agua que durante el camino se ha enfriado, en la que han aumentado las concentraciónes de amoniaco y de Co2 y en la que han disminuido el pH y los niveles de oxígeno. Además hay que tener en cuenta que la salinidad puede ser muy diferente a la habitual porque a menudo los peces se envían en agua con una salinidad mas baja ( alrededor de 1018 ); esto se hace así porque de esta manera el esfuerzo que tienen que realizar para mantener su equilibrio osmótico es menor y porque la cantidad de oxígeno disuelto es mayor a que una densidad mayor. Así que son 3 los elementos que debemos tener en cuenta para una correcta aclimatación:
1. LA TEMPERATURA:
Los peces y los invertebrados marinos que mantenemos en nuestros acuarios son animales de sangre fría, es decir que la temperatura de su cuerpo es la misma que la del agua que les rodea. Esto provoca que la velocidad de las reacciones fisiológicas que se producen en su organismo estén influenciadas por la temperatura del agua. Cuando se produce un cambio en la temperatura del agua el reajuste en estas reacciones requiere de varios días y no se puede producir en varios minutos o unas pocas horas que es el tiempo que se emplea en una aclimatación. Por eso, no solo no es necesario, sino que en el caso de una gran diferencia de temperatura, puede ser perjudicial poner a flotar las bolsas que contienen los peces en el agua del acuario ya que lo único que vamos a conseguir igualar es la temperatura del agua de transporte y la del acuario, pero nada más. Además, hay otra razón más importante para no poner a flotar las bolsas con peces, especialmente cuando lleguen muy frías. El agua del transporte, especialmente en los meses más fríos del año, puede descender hasta incluso por debajo de los 17 grados y si los ponemos a flotar en acuario que puede estar a 25ºC o más, la subida de temperatura puede ser tan rápida que les provoque un shock térmico o algo que puede ser todavía más grave y que está relacionado con un concepto de la física que es la presión parcial de los gases. La presión parcial de un gas es la cantidad máxima de este que se puede disolver en un líquido y depende de la presión y de la temperatura. Para entender la importancia de este hecho es necesario recurrir a un ejemplo como la enfermedad de las burbujas de los buzos. Esta se produce porque la presión parcial del nitrógeno en sangre varía bruscamente cuando, tras un cierto tiempo de inmersión, el buzo sube rápidamente a la superficie y parte del nitrógeno disuelto en la sangre sale de la disolución produciendo burbujas de gas que hacen estallar los capilares o pueden, además, provocar una embolia gaseosa que puede ser fatal. En el caso de nuestros peces, encerrados en su bolsa no van a sufrir ningún cambio de presión pero, si llegan muy fríos y los ponemos a flotar en un agua mucho más caliente, si pueden sufrir una brusca variación en la presión parcial de los gases disueltos en su sangre, especialmente el oxígeno y el CO2, que puede provocarles daños importantes.
Nota: Someter a los peces a un cambio de temperatura de hasta 10º C puede provocar su muerte por un shock térmico.
2. LA SALINIDAD:
Los peces marinos viven en un medio con una salinidad tres veces mayor que la de su sangre y eso les obliga, para mantener su homeostasis, a realizar una serie de procesos fisiológicos complejos que representan un gran esfuerzo.
Para igualar la diferencia de presión osmótica, el agua presente en los tejidos del pez sale de este lo que le obliga a beber agua continuamente para evitar la deshidratación. Como esta agua está cargada de sales además es necesario un gran esfuerzo excretor por parte de los riñones, del epitelio branquial y de la mucosa intestinal para eliminar estas sales. Todos estos mecanismos son los que permiten a los peces adaptarse a los cambios de salinidad, especialmente si estos no se prolongan el tiempo como ocurre en el proceso de aclimatación del que estamos hablando.
3. EL PH Y SU RELACION CON LA RATIO AMONIACO/AMONIO.
El pH es uno de los factores que más influencia tiene en la fisiología de los seres vivos; esto, junto al hecho del aumento de la concentración de amoniaco durante el transporte y de la relación entre ambos, hace que sea el factor al que debemos prestar más atención a la hora de acometer el proceso de aclimatación de los peces marinos importados desde su origen.
Nota: Las variaciones de pH tienen aun más importancia en el caso de la aclimatación de peces que no tienen escamas, como mucho gobios, blenios o lábridos.
Teniendo esto en cuenta se han desarrollado varios métodos de aclimatación aunque la rigurosidad de cada uno de ellos es diferente.
1. El método más profesional consiste en preparar el agua en la que se van a introducir los peces marinos de la siguiente manera:
– Primero es aconsejable igualar, o al menos aproximar, la temperatura de esta a la que se espera que tenga el agua del transporte y esta puede oscilar en invierno entre 18 y 20 grados.
– Podemos igualar la salinidad al valor con el que los peces han sido empaquetados por nuestro proveedor para lo que solo debemos consultárselo a este.
– Por último, aunque es lo más importante, debemos bajar el pH del agua de “acogida” a 6.9 que es un valor muy cercano al valor habitual al que llegan los peces marinos desde su origen. Hay que mencionar que este valor depende, entre otros factores, de la duración del viaje por lo que debemos medirlo tras la llegada. Para bajar el pH del agua podemos recurrir a la inyección de CO2 (a través de un skimmer o de un reactor) o al uso de un ácido fuerte como el ácido clorhídrico. La diferencia entre ambos métodos radica en la dificultad técnica (mayor en el caso de utilizar CO2), y en su efecto sobre la alcalinidad (mayor cuando se utiliza el ácido), pero a los efectos de una buena aclimatación podemos decantarnos por cualquiera de los dos.
Una vez hecho esto abrimos las bolsas, desechamos el agua del transporte (cargada de amoniaco y de CO2 y pobre en oxígeno) y liberamos el pez en su nuevo acuario. En el caso de algunos peces más sensibles, como los peces ángel enanos o algunos cirujanos, que pueden llegar realizando movimientos erráticos, es aconsejable proceder de una manera diferente. En este caso debemos desechar una gran parte del agua de transporte y sustituirla por el agua acidificada que hemos preparado para luego volver a cerrar la bolsa, si es posible con oxigeno medicinal. Trascurridos unos minutos, entre 10 y 30, podemos abrir la bolsa y liberar el pez en el acuario. Podemos decir que este paso sería el equivalente a la fase de descompresión que hacen los buzos cuando tienen que regresar a la superficie después de una inmersión prolongada a cierta profundidad.
Nota: Debemos evitar, en la medida de lo posible, sacar los peces fuera del agua ya que sus corneas y, sobre todo, sus branquias no están acostumbradas a soportar la presión atmosférica y pueden sufrir daños innecesarios.
El acuario debe tener un movimiento del agua suficiente para garantizar una buena oxigenación, pero no excesivo ya que esto puede estresar a los peces que se están recuperando de su largo viaje. La oxigenación (en el caso de haber utilizado CO2) y la alcalinidad propia del agua marina harán que el pH suba, poco as poco, desde el valor inicial de 6,9 hasta un valor típico de alrededor de 8 de forma que las mucosas del pez sufran el mínimo daño.
Con este método conseguimos evitar el daño que los peces sufrirían cuando los mantenemos en el agua de transporte, cargada de amonio, y que se va convirtiendo en amoniaco a medida que sube el pH durante la aclimatación.
2. Un método que podemos utilizar cuando no disponemos de una botella de CO2 o de un ácido para bajar el pH del agua es el siguiente:
– Liberamos al pez que queremos aclimatar en un recipiente de vidrio o de plástico alimentario con la mínima cantidad de agua del transporte necesaria para cubrirlo por entero.
– Añadimos lentamente agua del acuario de destino, que no hemos podido acidificar, para lo que podemos utilizar el método de goteo o añadir pequeñas cantidades de agua con ayuda de un vaso o jarra.
– A medida que el nivel de agua en el recipiente va subiendo debemos retirar este exceso para ir retirando el amoniaco/amonio presente en ese agua y para mantener un nivel de agua bajo. Esto permite, no solo una buena oxigenación sin tener que recurrir a un difusor que genera un estrés extra al pez, sino facilitar que el amoniaco que es un gas y por lo tanto es volátil, se escape del agua evitando así el daño que le puede causar al pez cuando se supere la barrera de 7.5 en la progresiva subida del pH del agua durante la aclimatación.
– Pasada, al menos, una hora podemos pasar a los peces a su acuario aunque lo ideal es que, si disponemos de él, comprobáramos el valor del ph con un medidor electrónico para asegurarnos de que ya hemos alcanzado un valor, sino igual al del acuario, de no más de 0,3 puntos de pH.
Nota: No debemos aprovechar el tiempo que los peces están en el recipiente de aclimatación para aplicarles ningún tipo de tratamiento preventivo, como a veces se hace con algunos invertebrados porque no sabemos como esto puede interferir en los complejos mecanismos fisiológicos que entran en juego durante la aclimatación de los peces.
3. En el caso de los peces adquiridos por los aficionados en los comercios el proceso de aclimatación es mucho más sencillo, especialmente si estos han hecho bien su trabajo cuando lo peces llegaron por primera vez desde su origen. En este caso, por la corta duración del traslado la temperatura, el pH del agua y la concentración de amoniaco no van a sufrir variaciones importantes, podemos realizar una aclimatación relativamente rápida. Para ello podemos colocar al pez con su agua en un recipiente adecuado o incluso colocar la bolsa flotando en el acuario y añadir agua de este a intervalos de unos 5 minutos durante unos 30 o 45 minutos, Después podamos liberarlo en nuestro acuario, ya sea el definitivo o uno de cuarentena o aislamiento.
Nota: Se entiende por acuario de aislamiento o cuarentena aquel en el que podemos aislar a un pez recién adquirido durante un tiempo prudencial antes de introducirlo en nuestro acuario principal con el resto de peces. Hacemos esto para evitar que, si estuviera incubando alguna enfermedad infecciosa, sea un riesgo de contagio para los demás. Por supuesto, este acuario debe ser lo más higiénico posible pero debe contar con todos los elementos de filtración necesarios para garantizar una excelente calidad de agua. Digo esto porque a menudo sometemos a los peces recién adquiridos a una dura prueba de incluso 3 semana en un acuario mal equipado, con escasa o incluso a veces nula filtración en el que solo conseguimos el resultado contrario al que pretendíamos y provocamos que su sistema inmune se deprima y acabe enfermando o incluso algo peor !
Nota: En el caso de peces de gran tamaño tenemos que estar pendientes de que no le falte la oxigenación necesaria durante la aclimatación. Para ello podemos colocar un difusor de aire muy suave o agitar el agua cada pocos minutos. Además es aconsejable acortar un poco el tiempo de aclimatación respecto al que emplearíamos con peces de menor tamaño.
Toxicidad del amoniaco:
El amoniaco es el veneno más potente que pueda producirse de forma natural dentro de un acuario. Su toxicidad depende de la temperatura (a mayor temperatura mayor toxicidad) y de un factor aún más importante que es el pH.
El amoniaco tiene dos formas químicas distintas: la molécula de amoniaco (NH3) que es la forma mayoritaria si él medio es alcalino o básico y el ion amonio (NH4+) que es la forma que predomina cuando el medio es ácido.
La molécula de NH3 es más pequeña que el ion amonio y puede penetrar por las branquias, desde el agua, al medio interno del pez donde puede producir grandes daños. Además de sus efectos en las células si alcanza una concentración elevada en la sangre puede cristalizar produciendo la rotura de los capilares, lo que especialmente en el caso de los capilares de las branquias puede tener consecuencias irreversibles.
El ion amonio al ser una molécula más grande (tiene un átomo más de hidrogeno) y tener una estructura química distinta no puede atravesar la barrera branquial y por lo tanto no tiene ningún efecto negativo en la salud. El único inconveniente, hasta donde alcanzan mis conocimientos, que puede tener una elevada cantidad de amonio en el agua en la que vive un pez es que esto puede ralentizar la excreción, a través del epitelio branquial, del amoniaco que no es excretado por la orina. Esto provocaría una hiperamonemia o aumento del amoniaco en sangre que puede dañar los riñones y otros órganos.
Nota 1: Una excepción a esta situación es el hecho de que los elasmobranquios marinos que es el grupo al que pertenecen las rayas y tiburones acumulan amoniaco en su sangre como sistema para mantener el equilibrio osmótico entre su cuerpo y el agua salada en la que viven.
Nota 2: Por eso es muy importante que, con el pH típico de un acuario marino entre 8 y 8,3, la filtración biológica sea suficiente para transformar y eliminar todo el amoniaco que se genera de forma rápida, para evitar el efecto tan tóxico de éste.
En la segunda parte de esta entrada veremos como debemos realizar la aclimatación de los diferentes grupos de invertebrados marinos.